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Historia, medicina... aspirinas.

En el Antiguo Egipto ya conocían los efectos beneficiosos de la aspirina. El papiro de Ebers (1550 a.C) menciona el uso medicinal de la corteza de sauce, de cuyo árbol se obtiene ácido salicílico, precursor del ácido acetilsalicílico (principio activo de la conocida aspirina).

Sumerios, asirios, griegos y romanos, lo utilizaron como analgésico, sin embargo, en la Edad Media la corteza del sauce (salix alba) quedó en el olvido. Aparece de nuevo en Inglaterra, en 1763, gracias a la iniciativa del reverendo Edward Stone, quien realizó un estudio con 50 de sus feligreses aquejados de fiebres reumáticas.

Él mismo padecía este mal y masticaba corteza de sauce con asiduidad. Sus magníficos resultados, para hacer desaparecer el dolor y la fiebre, llegaron a oídos de la Real Sociedad de Ciencia de Londres. Unos años después (en 1899) la Aspirina se comercializó como analgésico.



Por aquel entonces, aún se desconocían sus efectos en la coagulación de la sangre (como un agente antiplaquetario). No fue hasta 1950 cuando un médico de familia, el doctor Lawrence Craven, recetó a sus pacientes operados de amígdalas una goma de mascar analgésica llamada "Aspergum". Contenía el principio activo de la aspirina, y muchos de ellos tuvieron que ser hospitalizados tras sufrir una hemorragia grave después de la intervención.

 

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